SOLEDAD ENAMORADA

Mi soledad acaba
donde empieza tu nombre,
pues tu nombre convoca
la realidad
que no puede ver ni tocar ni sentir.”


(Los Dioses hablan por boca de los vecinos,
Pablo Guerrero)



Cierro los ojos, abro la memoria, y el silencio de la muchedumbre me envuelve. La vida marcha lentamente en la soledad de la gente. El tiempo, dicen los poetas, que borra los recuerdos, pero no creo que pueda con un corazón enamorado.

La realidad es que te amo. Mi miedo, tu respuesta. Todos se han dado cuenta. Y Tú, ¿dónde has estado?

Mis ojos siguen tu sombra en la oscuridad de mis recuerdos. Recuerdos de risas frescas y limpias como una tarde primaveral tras la tormenta, el aire lleno de tu aroma. Así te recuerdo. Te anhelo.

Hoy, ayer. Te vi, te sentí. Eras mi aliento. Mi vida eres tú. Quizás por eso muero, por callar cuando no debo. Necesito decirlo, pero no puedo. Tus ojos, tu mirada. Me da miedo, tu respuesta.

Te escribo en la esperanza, de los que aman en silencio. Esperanza de que comprendas lo que de verdad yo siento. Mi corazón, mis sentimientos dicen “Te quiero”, pero mis labios no se atreven a decirlo, cuando te veo. Por favor escucha mi silencio, te lo ruego.

Te quiero en la esperanza que mis labios, algún día, te lo digan susurrando en el silencio de mi miedo. Y tú, respondas a mi ruego.

Te escribo en la soledad, que no busco ni deseo, pero que ata mi esperanza de encontrar lo que anhelo:

Tu respuesta a mi ruego.